viernes, 26 de octubre de 2012

La prima «piquiñina» de la «Ruta 66»


La Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata busca, con el apoyo del Ministerio de Turismo, convertir la autovía española en itinerario de moteros, al estilo de la carretera estadounidense

 

La prima «piquiñina» de la «Ruta 66»


A simple vista parecería que la «Ruta de la Plata» y la «Ruta 66» no tienen nada en común. Quizás el número, cuando uno se cerciora de que la autovía española también recibe el nombre de A-66. Pero en realidad tienen más, mucho más. Ambas cruzan el país sobre el que se extienden de punta a punta (la «Ruta de la Plata», de norte a sur, de Gijón a Sevilla; la «Ruta 66», de este a oeste, de Chicago a Los Ángeles) y han sido testigos únicos de la historia de cada nación. Por la carretera española ya circulaban los tartesios en el siglo VII antes de Cristo y, después, los romanos unían Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga). Ahora, 28 siglos después de sus orígenes, la «Ruta de la Plata» se modernizará para atraer a moteros de todas partes y parecerse aun más a su pariente estadounidense.

La «Ruta 66» es un icono norteamericano, historia viva de las distintas migraciones y vanguardias que se pasearon de una costa a otra de los Estados Unidos. «La calle principal de América», la llaman los estadounidenses. Su importancia nacía en los años 30 cuando, debido a las fuertes tormentas de arena que se sufrían en el este, un gran número de gente emigró a través de ella hacia el oeste. Después, a finales de la década de los 40, llegó el clásico de Nat King Cole, «Route 66», y figuras de primera línea como Elvis comenzaron a cruzarla en Harley Davidson o Corvette contribuyendo a crear la leyenda. Ya en la década de los 70, la prosa espontánea de Jack Kerouac en «En la carretera» o el periodismo «gonzo» que Hunter S. Thompson desarrolló para «Rolling Stone» convirtieron a la «Ruta 66» en el icono de la contracultura que es hoy; una especie de monumento de casi 4.000 kilómetros de longitud, sinónimo de libertad y rebeldía.

Por eso la «Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata» ha llegado a un acuerdo con el Ministerio de Turismo para convertir la autovía española en algo parecido a la norteamericana. «Queremos potenciarla adaptándola a los moteros. No tenemos las pretensiones de que se la "Ruta 66", pero sí algo parecido», aseguraba Gregorio Serrano, presidente de la institución que gestiona el proyecto y que ayer se rubricó con firma oficial en Madrid.

La idea es convertir la «Ruta de la Plata» en otro icono, en una referencia de los viajes interestatales. Para ello, el convenio de promoción firmado ayer entre Serrano e Isabel Borrego, secretaria de Estado de Turismo, prevé acciones de promoción para fortalecer el posicionamiento en el mercado internacional de la autovía en 2012. El objetivo no es atraer solo visitantes de nuestro país ya que el proyecto tiene a Portugal, Alemania, Francia y Reino Unido como mercados prioritarios para su promoción.

Los 809 kilómetros de longitud de la «Ruta de la Plata» no parecen nada al lado de los 3.939 de la «Ruta 66». Pero entre Gijón y Sevilla hay mucho terreno por descubrir. «Tenemos una riqueza monumental, gastronómica y artística envidiable», subrayaba Serrano. Por eso la propuesta es interesante para muchos. El «motero» Jacinto Pantoja, presidente de la Asociación Nacional de Deauvilleros, aseguraba que «la idea está genial. Hacer la "Ruta de la Plata" por escalas puede ser muy divertido. Parando para disfrutarlo todo». Además, a un público más joven le llama la atención el paralelismo con la «Ruta 66» y la novedad. «Nosotros siempre queremos hacer cosas diferentes y atractivas, así que nos propondremos recorrerla seguro», afirmaba Covadonga Magarzo, presidenta del club de vespas y lambrettas «Los Cachopers».

Quizá sea el momento de convertir la «Ruta de la Plata» en un icono de las carreteras españolas, en un mito que recorre el oeste del país. Es cierto que no tenemos la habilidad que tienen para ello los estadounidenses pero, quién sabe, cambiemos a Elvis por Tino Casal y a Thompson por Víctor Manuel. La «A-66» ya huele a rock and roll y rueda quemada. Motoristas, a por ella.


Fuente:

  Kike G. BLANCO

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